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La historia de Erin Brockovich: una acción civil de Steven Soderbergh
por Raúl Forlán Lamarque
A partir de un suceso real, el reputadísimo cineasta Steven Soderbergh
se atrevió al rodaje de Erin Brockovich, con roles centrales para
Julia Roberts y el experiente Albert Finney. El resultado
posee corrección narrativa, chispazos en el guión pero no llega a brillar.
Esa mujer está al borde de un ataque de nervios. Bajo los efectos del desempleo,
divorciada y sin saber nada de sus dos ex maridos y con tres hijos pequeños,
tiene que encarar una realidad que es todo un pelotazo en el rostro. No hay
trabajo y hay que alimentar a los chicos, zafar de la grisura y de las
deudas. Del agobio de sentirse impotente y a la vez impotente ante el
estado de las cosas.
Julia Roberts (Erin Brockovich) y Aaron Eckhart (George).
Hasta que uno de esos días malos, terribles, al salir de una de sus tantas
entrevistas solicitando trabajo, Erin Brockovich sale disparada en su viejo
automóvil y en un cruce colisiona con otro auto que venía a velocidad
Schumacher. Va a juicio y su abogado (el venerable Albert Finney)
le promete ganar el juicio por daños y perjuicios. Pierde.
Así que totalmente en la ruina financiera la Brockovich ya no sabe muy bien
qué hacer y comienza a desmoronarse. Su mundo es el reino de los reveses,
pero su empecinamiento no parece agotarse ni mucho menos.
Julia Roberts (Erin Brockovich) y Albert Finney (Ed Masry).
Por lo tanto decide instalarse en el pequeño bufete a trabajar por su cuenta con sus ropas
insinuantes y baratas ante la mirada atónita de los empleados y del propio
abogado que, después de una densa discusión, opta por darle un sitio y una
remuneración. Por algo se empieza.
Steven Soderbergh, el cineasta mayor de filmes como "Sexo, mentiras y video",
"Kafka" o "El rey de la colina", entre otros, narra la extraordinaria
peripecia de una mujer "working class" que finalmente al toparse con un expediente
descubre que en la localidad de Hinkley, California, hay familias enteras
padeciendo todo tipo de enfermedades, incluyendo algunas de carácter
terminal, por beber agua contaminada por trióxido de cromo: el agua se fue
colando subterráneamente en todo el lugar. Y esa agua siempre provino de
una gran empresa a escala nacional como la PG & E.
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