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Esto ha pasado primero en la industria textil a fines del siglo XVIII con la invención del telar mecánico hasta nuestros días, con la robotización de las fábricas.

El movimiento obrero ha rechazado en general los adelantos de la tecnología, por cuanto con cada avance de ésta veía mermar la cantidad de trabajadores empleados –aunque esos puestos de trabajo perdidos eran luego recuperados en trabajos más creativos y en mejores condiciones laborales (hoy nadie pretendería que los niños trabajaran en la minas argumentando la necesidad de reducir el desempleo).

Tratado de "Los cuatro libros de las Proporciones Humanas", Libro Tercero. Albrecht Dürer.

Hasta hace poco, las Artes Plásticas habían quedado al margen de esos avances, y todavía el uso del pincel o del lápiz era insustituible en los que respecta al cuadro de caballete, y lo mismo pasaba en la fotografía, dónde el trabajo de laboratorio en el cuarto oscuro era parte fundamental.

A partir del auge de la informática en los años noventa, y de los programas de software para tratamiento de imágenes, esa situación se está revirtiendo.

Programas como Adobe Photoshop, por ejemplo, permiten hacer gran variedad de modificaciones sobre una imagen con una facilidad difícilmente imaginable hace unos pocos años atrás.

Al igual que el obrero siente peligrar sus fuentes de trabajo con los adelantos técnicos, cuando una máquina hace su trabajo más rápido y de forma más eficiente, el artista puede sentir que este tipo de programas de edición de imágenes atentan contra su labor.