No.16 - Abril 2001
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Montevideo, deshabitada, suspendida en un hiato de tiempo misterioso y mágico, absorta en la pura escencialidad de su espíritu, es mirada por el artista, y después entregada a quien la quiera mirar.
Mirar Montevideo: algunas precisiones sobre la mirada

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El disfrute se transforma, entonces, en un acto de coraje. José Trujillo, para mirar esa ciudad recuperada se sustenta en el sereno coraje de una persistente devoción hacia la pintura.

De paso, silenciosamente, busca establecer una entusiasmada convocatoria a la sensatez.

"Tres gruas naranjas". óleo sobre tela, 1999. 100 x 120 cm, José Trujillo.

"Aquellos que atacan la pintura como si fuera el último enemigo con quien acabar, sinónimo de belleza y de orden, están olvidando que todo manifestación plástica tiene su origen en esa columna vertebral que simplemente es la luz y el color. El movimiento, la narración, la profundidad, el misterio, todo esto, también, está en una buena pintura."

"No hay que olvidar que la pintura, una pintura (un cuadro, un fresco ... ), es tan sólo un lugar donde suceden cosas, de donde surgen emociones y sentimientos, nada más. Es solamente un cuerpo vivo que está existiendo y manifestando sus experiencias a quien lo quiere mirar". (2)

"Puerto II". óleo sobre tela, 1998. 61 x 50 cm, José Trujillo.

Montevideo, deshabitada, suspendida en un hiato de tiempo misterioso y mágico, absorta en la pura escencialidad de su espíritu, es mirada por el artista, y después entregada a quien la quiera mirar.

A quien la quiera poblar con su reconocibles fantasmas. A quien quiera erigir sobre esa columna vertebral de luces y colores, sueños y deseos, memorias y esperanzas.

(1) Linda Nochlin: El realismo. Alianza Editorial, Madrid, 1991.
(2) Rosa Olivares: Revista Lápiz Nº 136, Madrid, 1997.

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