El filme de Sam Mendes, como ya se había adelantado en estas páginas,
arrasó con los premios Oscar en sus categorías principales. Pero las
estatuillas brindadas a Belleza Americana y las cuatro a The Matrix en
los rubros técnicos vienen a ser un claro mensaje de Hollywood que
desarrollaremos en las siguientes líneas.
División de honores, Hollywood dejó atrás su tendencia conservadora y galardonó a
Belleza American, un filme con un guión quirúrgico sobre los efectos del modo de
vida norteamericano. El american dream hecho pedazos casa adentro. Pero
en los rubros técnicos también fueron cuatro para The Matrix, el
título de los hermanos Wachoswki.

Belleza Americana con cinco premios Oscar (mejor film, mejor director, mejor actor,
mejor fotografía y mejor guión original), fue la gran vencedora de
la 72º entrega de los premios Oscar.
Cuatro estatuillas para este formidable relato: mejor película, mejor
director (Sam Mendes), mejor actor (Kevin Spacey) y mejor guión original (Alan
Ball). Fuera quedó la estupenda Anette Benning, pero puede comprenderse, la
performance de Hilary Swank, es tan conmovedora en Los muchachos no lloran, que
no deja lugar a ningún tipo de objeción.
Tampoco deja margen de dudas el Oscar obtenido por el inmenso británico Michael
Caine por su labor en la estupenda Las reglas de la vida, aunque más
controversial puede ser el galardón a Angelina Jolie por su trabajo en Inocencia
interrumpida, ambos candidatos en la categoría de mejor actor de reparto.
Pero hay que atender, más allá de las restantes premiaciones (hay que celebrar,
por ejemplo que Pedro Almodóvar se llevara el Oscar en la categoría
mejor película extranjera, un premio al talento y a la creatividad incesante), que
Hollywood - en una ceremonia que más que nunca fue un tributo al cine y
vaya si uno se conmovió cuando se premió la trayectoria del maestro polaco
Andresz Wajda y se proyectaron secuencias de sus memorables
filmes - articuló a partir de las premiaciones otorgadas en el Shrine Auditorium
un claro doble mensaje: reconocemos a los maestros europeos y nos ponemos
de pie para ovacionarlos (el caso puntual de Wajda) y al mismo tiempo
construimos una doble ruta de creación del espectáculo cinematográfico.

El arsenal tecnológico y las corridas de Reeves y el resto en
The Matrix apuestan a una producción de adrenalina para el más
auténtico sentido del espectáculo y entretenimiento.
Una de ellas se permite la reflexión epocal y la crítica en un plano de real
desenfado y profundidad (Belleza Americana) y otra es la que apuesta al más
noble entertainment y a la labor coordinada entre efectos sonoros y
visuales, dirección, guión, montaje rápido y caracterizaciones (en el caso
de The Matrix).
Quiere decir que Hollywood otorgó luz verde a esa línea del cine crítico y
a la vez meticuloso, creativo, de espléndidas labores actorales como viene
a ser Belleza Americana. Pero, a su vez, Hollywood subraya esa línea
demarcatoria para una saga de títulos donde la tecnología ha pasado a ser
un componente esencial para el relato de historias... Y lo es de cara al
nuevo milenio.