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El mensaje de Mateo, aparece vigente como nunca, en
la sociedad alienada, virtual, que quiere carcomernos,
cada día un poco más. Pero en la formidable interpretación
de Rodolfo, adquiere el calibre universal de un grito que
debe ser escuchado. Porque nos convence que se nos va la
vida, si no lo hacemos.
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Teatro puro en Maldonado
por Ana Baxter
Rodolfo Acosta, y otra gran interpretación suya.
Cada vez que voy a ver a Rodolfo Acosta, comprendo cuanto crece, día a
día, su dimensión como actor. Porque nunca se representa sí mismo, aunque
permanezca intacto, por debajo de su personaje.
Si interpreta a Mateo de Discépolo, sabe convertirse en el ser
humano desgarrado y harapiento, que ya no entiende como traer el pan a
su casa. Pero quiere seguir sosteniendo la esperanza de los que
comparten su techo, buscando además, qué dar de comer a su pobre
caballo, convertido en trágica sombra del inolvidable cochero. Y
tratando de reparar su desvencijado carruaje, transformado en catedral
de la ruina.
"El hombre de la flor en la boca" de Pirandello
A ese "Mateo", uno mas, de los tantos que circulaba por Buenos Aires,
antes de la década del 50, transportando, sin descanso, suaves sueños
diurnos y borracheras opulentas de madrugada.
Grandioso, en toda su decrepitud, Mateo se resiste a ser atropellado por
la invasión del automóvil. Que después de todo es sólo una máquina. Él
lo sabe, y defiende su derecho a ser respetado, porque sigue siendo una
persona, nada menos.
El mensaje de Mateo, aparece vigente como nunca, en la sociedad alienada,
virtual, que quiere carcomernos, cada día un poco más.
Pero en la formidable interpretación de Rodolfo, adquiere el calibre
universal de un grito que debe ser escuchado. Porque nos convence que
se nos va la vida, si no lo hacemos.
Por estos días estrenó El hombre de la flor en la boca de
Pirandello. Rodolfo, esta vez trajeado con elegancia, representa al
hombre que llegó solo a la mitad de la vida, y es bruscamente
jaqueado por la Muerte.
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