Sin título:
suprematismo dinámico 1915
Kasimir Malévich

"Golpead a los blancos con la
cuña roja", 1919 El Lissitzky

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La pintura medieval trabaja ciertas formas con determinados colores –los vestidos de la Virgen eran tratados con rojo y azul- que después heredarían los pintores del Renacimiento italiano.

"Tríptico de Cortona. Virgen con el Niño y ángeles" 1435-36
Temple sobre tabla. Fra Angélico

Más cerca en el tiempo, la relación forma-color en la pintura ha tenido connotaciones políticas, como en la obra del pintor y cartelista ruso El Lissitzky (1890-1941), y su cartel “Golpead a los blancos con la cuña roja”, o, más sutil, Kasimir Malevicht (1878-1935), para quien el espacio revolucionario sería blanco, cuando afirmaba “He roto la frontera azul de los límites del color”, añadiendo con fervor revolucionario “He emergido en el blanco. Nadad junto a mí, camaradas pilotos, en este infinito. He establecido el semáforo del Suprematismo. ¡Nadad! El blanco mar libre, el infinito, está delante de vosotros.”

En todas las épocas, repito, han existido convenciones para el uso del color, las que han sido usadas por los artistas tomándolas, muchas veces como punto de partida para elaborar sus obras, pero resulta difícil pensar en una relación de forma y color que pueda establecerse de una vez y para siempre.

Diferentes culturas establecerán diferentes equivalencias, y así como para Kandinsky el negro era ausencia de movimiento y por tanto representación de la muerte, para la cultura del Antiguo Egipto, el negro se asimilaba a la primera fase del ciclo vital, al nacimiento.

Y volvemos a lo del comienzo, ¿se puede determinar una equivalencia entre forma y color?. La respuesta no es muy clara, pero no parece fácil establecer que parámetros se deben considerar para poder realizar esa equivalencia. Y aunque fuese posible establecerla, ¿sería aceptada por los plásticos? Todo hace pensar que los artistas se expresarán según su sensibilidad y el espíritu de su época, independiente de las normas establecidas.