No.17 - Julio 2001
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Gus San Sant demuestra que su talento está intacto y que su manera de filmar, de detener gestos en una pantalla, de rodear a las palabras con objetos a medida son, en consecuencia, su marca de autor.

En busca del destino

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En todo ello habrá una mujer cómplice, aliada la chica inquieta y solidaria que se verá seducida por un diferente (la cada día más actriz Anna Paquin) que ofrece un discurso distinto al cotidiano. Un discurso dichoso en el fluir de las palabras y que, de alguna manera, es la primera realidad de la última realidad que son sus textos escritos en la soledad de su buhardilla.

Van Sant aplica un sistema de rodaje donde se identifica su formidable destreza para construir secuencias y ambientes, humores y temblores en esos personajes (ese Forrester el austrofóbico y solitario y ese jovencito hinchado de palabras y de necesidad de ser en la comarca y en el mundo) a la luz precisamente de sus claroscuros personales, íntimos, que se irán confesando a medida que transcurre el relato.

Construcción de imágenes profundas y emotivas en su desenvoltura, todo ello matizado por la banda sonora -como ya quedó expecificado líneas arriba- y por un guión de parlamentos por momentos entrañables y humanistas, nunca concesivos, siempre de una nobleza impar como los propios personajes a los que vida.

"Una tarde, vi una propaganda en mi escuela diciendo que productores de Hollywood estaban buscando a un joven negro de 16 años de edad que pudiera jugar basketbol para estelarizar una nueva película con Sean Connery," comenta Rob. "Yo pensé, hey, yo encajo con ese personaje, estoy en la preparatoria, acabo de cumplir 16 años y necesito dinero para pagar la cuenta de mi celular, así que decidí ir al casting. Al menos, pensé que podía tener la oportunidad de ser contratado como extra."

A pesar de su paz interior y su control, Rob admite que si se puso nervioso cuando le dijeron que, como parte de la audición, él tenía que hacer una escena con Sean Connery.

"Yo estaba preocupado de que no pudiera recordar mis líneas. Eran muchas. Pero salió bien. Me acordé de todas."

Gus San Sant demuestra que su talento está intacto y que su manera de filmar, de detener gestos en una pantalla, de rodear a las palabras con objetos a medida son, en consecuencia, su marca de autor. Merece verse.

Ver también: Finding Forrester

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