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Dieste tenía plena conciencia que la técnica por él desarrollada estaba pensada en un país económicamente subdesarrollado y dependiente como el Uruguay y eran ajenas a las tendencias de la industria de la construcción de los países desarrollados, pero estaba convencido que dicha técnica podía ser válida también en el mundo del desarrollo.

Construcción de la Iglesia de San Juan de Ávila.
Alcalá de Henares, España

Tampoco cayó nunca en la postura dogmática de suponer que había encontrado una panacea constructiva; eran soluciones que tenían validez específica para programas concretos, y alertaba ante la apreciación superficial de considerar el uso del ladrillo y la simplicidad del equipo necesario, como una técnica propia del subdesarrollo o como diría el mismo Dieste “sentir el tufillo abominable del subdesarrollo”.

Estación de Servicio Barbieri & Leggire. Salto, Uruguay.

Al respecto, escribía: “No se trata del apego reaccionario y sentimental a técnicas superadas, no; se trata de no caer en la otra actitud, esa sí lamentablemente sentimental (cuando no una cosa peor) de adoración de la riqueza y La supuesta eficiencia mecánica de los países desarrollados".